No basta con ser creativo. En cualquier orden de la vida tener creatividad es un valor muy importante (y en alza con los tiempos que correr), pero por sí sola no genera ningún beneficio ni para los demás ni para uno mismo . Es más, puede llevar a la frustración si no está acompañada de la determinación por desarrollar esa fecundidad de ideas.
Esta semana le he robado tiempo al sueño viendo un brillantísimo ejemplo de lo eficaz que es la unión entre la creatividad y la disciplina.
En la 2 de TVE se han explayado con Ferrán Adriá, con todo merecimiento para él -tras ser reconocido por quinta vez consecutiva el mejor cocinero del mundo- pero como nada se hace porque sí, deduzco que algún títere llevarán (quizás sea porque es el principal valedor ilustre del nuevo canal de TDT en pruebas "cultura.es").
A lo largo de un documental en dos entregas ( 1ª y 2ª)sobre la historia de "El Bulli" , y de otro sobre el transcurrir de todo un día en el famosos restaurante ("Un día en El Bulli") pude ver los espectaculares resultados de convertir en realidad, con enorme decisión, esfuerzo y disciplina, la fecundidad creativa de un verdadero genio .
Hay quien sostiene que Adría es un artista comparable a Picasso o Dalí (no, por favor, a Dalí no, que Adría me cae bien), apoyando su planteamiento por la presencia del cocinero en la 12 Documenta de Kassel, en 2007, y por la reciente publicación de un libro en el que han participado Richard Hamilton, uno de los padres de Pop Art, Vicente Todolí, director de la Tate Modern, e ilustrado por Matt Groening, creador de los Simpson.
El mismo Ferrán se esfuerza por distanciarse de estas calificaciones afirmando rotundamente que él solo es un cocinero que se esfuerza por ser creativo para alcanzar su propia felicidad y la de los demás. Y yo comparto plenamente la postura, no exenta de modestia, del protagonista.
Pero opiniones aparte, lo verdaderamente importante, y es por lo que he puesto el ejemplo de F. Adría, es que para que la creatividad (presente en cualquier faceta de la vida, sin necesidad de que quien la ostenta deba ser calificado como artista y Einstein es un ejemplo) trascienda a los demás y lleve a la honesta plenitud del creador, es imprescindible que se acompañe de enormes dosis de esfuerzo, investigación y disciplina.
Por eso, en el mundo del Arte, solo si coinciden creatividad y disciplina es cuando debemos reconocer a un ARTISTA (con mayúsculas). Si en otras facetas de la vida nos referimos a una persona talentosa pero sin disciplina y capacidad de trabajo en términos como: "que desperdicio de muchacho/a , ¡con lo que vale!, si le diera la gana....", "una lástima, una verdadera lástima, si quisiera llegaría a donde quisiera", ¿porqué, entonces, hay tantos que viven o están vinculados al "arte" que se empeñan en calificar a ese tipo de personas de "artistas", con la subsiguiente consecuencia de llenar de ceros la cotización de sus resultados "creativos"?.
La respuesta la dio, y la vivió, hace mucho tiempo Picasso cuando afirmó que el artista es mitad artista y mitad vendedor. Y tratándose de Picasso y de la proporción que aplicaba, tira que te va. Pero cuando el talento no llega a "palo de gallinero" y la proporción es de un 20/80, apaga y vámonos.
Sería muy recomendable que la modestia y el esfuerzo fueran valores al alza en la comunidad artística; que la seriedad, el rigor y la honestidad fueran la piedra de toque del "art business"; y que las inquietudes culturales de la sociedad no se queden en mera declaración de intenciones, escudando la falta de esfuerzo por adquirir mayor nivel con la excusa de que el mundo del Arte es solo para unos pocos entendidos o "con cuartos".